jueves, 12 de abril de 2012

Eran tiempos de abolengo...

"Eran tiempos de abolengo
y de retraso social,
yo más soy si más tengo
se solía comentar,
y privaba el sentimiento
de que dos no eran igual,
si uno tenía dinero
y el otro no veía un real,
ni siquiera en Año Nuevo
que estaba por inventar,
para alegría del obrero
la paga de Navidad.

También privaba
y no es cuento,
eso del señoritismo,
si no lean muy atentos
cómo era el sevillismo:
Había en Sevilla un portento,
un futbolista muy fino,
por el que bebían los vientos
unos cuantos directivos.

Entre ellos, Don Eladio,
un Borbolla de los buenos,
joven culto y educado,
que a pesar de su abolengo,
se sentía muy honrado
de formar parte del pueblo.
Él quería a toda costa
contratar al pelotero,
pese a opinar en su contra
la mayoría del Consejo,
que alegaba que tal cosa
era un puro desafuero,
porque un club de fama y honra,
de prosapia y abolengo,
no podía a su parroquia
ofrecer tan mal ejemplo.

Por ahí empezó la cosa
provocadora de un pleito,
entre dos ideas, dos formas,
sociales de pensamiento:
una que tenía por norma
que era zafío lo del pueblo,
y otra que concedía a las personas
igual respeto y derecho,
ya fueran menesterosas,
con títulos o con dinero.

¿Que cuál fue entonces la cosa
que dividió a los criterios...?
pues parecerá una broma
o un chiste burdo o sangriento,
pero la grave "deshonra"
de aquel joven pelotero,
era, ¡¡vaya tela, ojú que cosa¡¡
ser solamente un...¡¡OBRERO¡¡

Está muy clara la cosa,
no se fichará a un obrero
--mantenían a toda costa
los prebostes del consejo--
pues mancharíamos la historia
de un equipo como el nuestro,
cuya mayor honra y gloria
es ser más grande que el pueblo.

Para éstos una deshonra
era ganarse el sustento,
manejando una espiocha,
o sembrando zanahorias
--valgan estos tres ejemplos--
ya que no era persona
sin título y sin dinero.

Así marchaban las cosas
cuando harto don Eladio
García de la Borbolla,
de lo que estaba pasando
y de tanto gilipolla
por su lado circulando,
que mandólos a la porra
y se fue dando un portazo.

Hubo quienes le siguieron
--los que tenían de persona
lo que otros de jumento--
y así comenzaría la historia
de un club con predicamento,
que a Sevilla ha dado gloria
y fama a través del tiempo.
¡¡Er Beti, ojú que cosa¡¡
¡¡qué club con más sentimiento¡¡" 




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Un abrazo verdiblanco